TIPOS DE PSICOSIS

II PSICOSIS
Son trastornos funcionales u orgánicos del sistema nervioso, de mayor gravedad que la neurosis. Constituyen, por lo tanto, desviaciones graves de la normalidad mental. Se caracterizan por cambios profundos en la personalidad. Tanto el modo de pensar, como el de razonar, juzgar y querer, sufren radicales transformaciones; es decir, existe una desintegración transitoria o definitiva de la personalidad. En la mayoría de los casos, la realidad externa no es evaluad correctamente, y ocurren severas alteraciones del contenido del pensamiento (alucinaciones, ideas delirantes, etc.), de la afectividad y de la conducta, que por lo general están presentes en la psicosis. La autocrítica esta alterada, en común, que el enfermo sicótico sea capaz de darse cuenta de que su mente se encuentra trastornada. Es frecuente también, que existan alteraciones de comportamiento y falta de orientación y que las funciones intelectuales se encuentren perturbadas. Siguiendo la clasificación de la clasificación de la Asociación Psiquiatría Americana (1968), diremos que la psicosis se clasifica en dos grandes grupos:
II. I Síndromes cerebrales orgánicos:

  • Psicosis asociadas a síndromes cerebrales orgánicos
  • Síndromes cerebrales orgánicos, no psicóticos.      III PSICOSIS INFANTILES
    Los signos reveladores serán distintos en cada etapa puesto que la patología cambia de aspecto a medida que se desarrolla la maduración funcional del cerebro. Recordemos además que en relación con el prematuro hay que tener en cuenta la edad “corregida” y no la edad real.
    De 1 a 3 meses. Deben retenerse como sospechosos:
    • La pobreza o la lentitud de adquisición en el terreno psicoafectivo.
    • Los trastornos vasomotores, los signos irritativos persistentes o de reciente aparición.
    • Anomalías tónicas a nivel del eje corporal (tronco rígido, cabeza colgante o pistotonos, hipotonía).
    Estos 3 signos asociados son signos de alarma.
    De 3 a 6 meses. El niño será sospechoso si manifiesta una persistencia total de los automatismos primarios que normalmente debería haber perdido.
    • Este hecho se acompaña a menudo de una falta de progresión de las funciones inherentes a esta etapa.
    • El elemento mayor de presunción de anormalidad evolutiva sigue siendo la ausencia de la transformación del tono general del que ya se ha hablado; también se deberá prestar atención a una eventual fijación de los signos patológicos observados en la etapa presedente.
    De 6 a 8 meses. Parece que realmente sea esta una edad de importancia clave, pues en ella el niñio puede ser afectado por una especie de reminiscencia de los trastornos presentados en ele estado neonatal o por una agravación de los signos neurológicos hasta entonces solamente sospechosos. Este periodo es transitorio pero ya que puede proporcionar una impresión del porvenir remoto del niño en pleno desarrollo.
    • La calidad de la pinza pulgar-índice se inicia en esta etapa y la torpeza de las manos tan frecuente en los niños inadaptados comienza a menudo manifestándose en dicha pinza que no aparece cuando le corresponde y que es de mala calidad. Del mismo modo, la ausencia de la función de aptitud estática de las manos o su aparición tardía será también muy evocadora.
    • Y en esta edad comienza a aparecer un signo de gran gravedad: rigidez de los miembros inferiores (estudio de los ángulos: de los aductores, del hueco poplíteo y de la reflexión de los tobillos sobre las piernas), que se asocia a menudo a una hipotonía de los músculos del tronco.
    Siguiendo esta misma línea, debería explorarse sistemáticamente una eventual asimetría entre los dos hemicuerpos y los reflejos rotulianos aquileos.
    De los 8 a los 12 meses Es de importancia capital saber como ha quedado el niño tras la crisis que acaba de padecer. Los signos patológicos quizás han sido transitorios, indicándose una mejoría clara y segura; pero también pierde tratarse de una acentuación de los signos neurolíogocos, de una aparición de movimientos anormales que pueden ser detectados sobre todo en la boca, los dedos y las muñecas. También puede suceder que se empobrezca el Interés, que las adquisiciones se detengan durante un tiempo, lo que puede hacer pensar en un esbozo de estancamiento. Sólo a partir de este periodo es cuando puede comenzar a hablarse de signos de certeza y orientar una reeducación motora y un reforzamiento del despertar psicoafectivo: obligar al niño a salirse de sí mismo y a que tome gusto por todo lo que le rodea para forzar un poco su desarrollo.
    Durante el segundo año de vida los trastornos del lenguaje dominan este periodo, ya se trate de trastornos de articulación, de la fonación, de la construcción o del enriquecimiento del vocabulario que debe ser progresivo. Estos signos, por otra parte, suelen asociarse a otras anomalías neurológicas.
    La destreza manual es muy reveladora y la ideación y la comprensión de las situaciones deben ser exploradas.
    Como puede suponerse se debería actuar con extrema cautela en la interpretación de estos signos        IV PSICOSIS DELIRANTES AGUDAS
    Las psicosis delirantes agudas se caracterizan por la eclosión súbita de un delirio transitorio, generalmente polimorfo en sus temas y manifestaciones. Constituyen verdaderas experiencias delirantes en el sentido de que el delirio es vivenciado como un dato inmediato de la conciencia modificada, como una experiencia que se impone al sujeto (intuiciones, ilusiones, alucinaciones, sentimientos de extrañeza, de misterio, etc.). Para su designación han sido propuestas diversas denominaciones: Bouffées delirantes, delirios súbitos ( o d´emblée), psicosis alucinatorias imaginativas agudas, etc.
  • VIII PSICOSIS CONFUSIONALES
    Las psicosis confusionales (o confusiones mentales) se caracterizan por: a) la
    obnubilación de la conciencia, que puede ir desde el simple embotamiento hasta un
    estado de estupor próximo al coma; b) la desorientación temporospacial en diversos
    grados; c) el delirio onírico, modalidad de experiencia psíquica vecina a la de los sueños.
    Como veremos, tales estados pueden ser engendrados por numerosas causas.
    Sin embargo, desde Régis, se consideran como factor preponderante las causas toxiinfecciosas. En efecto, este nivel profundo de desestructuración de la conciencia
    parece ser la reacción de predilección a las agresiones masivas y agudas del sistema
    nervioso por un agente "exógeno". Sin que, naturalmente, pueda olvidarse el umbral
    de reactividad o la predisposición del terreno. En todo caso, en los estados confusionales es donde los factores exógenos parecen más evidentes y más activos.

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